miércoles, 15 de febrero de 2017

Los cuadernos de Javier de Blas: la crónica del viaje de la vida




En La Lonja, el hermoso y versátil espacio expositivo proyectado por Javier Dulín para el artista Carmelo Argáiz, se puede pasar un buen rato disfrutando de la generosidad de Javier de Blas, que ha puesto sus cuadernos de dibujo de tres décadas al alcance de la vista y las manos de los advertidos visitantes, brindándoles la infrecuente posibilidad de descubrir, en función del tiempo que le quieran dedicar, los aciertos y los tanteos, los éxitos y las tomas falsas de la trayectoria reciente de tan singular dibujante.


La amplia colección abarca ejemplos de un largo camino de aprendizaje, formación y placer, que empieza como entretenimiento esporádico, casi un apunte o un desahogo entre otras labores pictóricas más exigentes, hasta llegar en los últimos años al “diario dibujado”, sistemático, exigente, sujeto a una narración y con vocación de intervenir y transformar la realidad.





La distinta intención, el variado empeño, da, necesariamente, resultados muy distintos, y el conjunto transmite la sensación de una particular “fe de vida”, la confesión documentada de haber vivido lo que se pinta, de “haber estado ahí”.



Abundan las crónicas que relatan la experiencia del viaje demorado, y el afán de relación con la vida, de desentrañar el secreto, tratando de explicar y transmitir el misterio. Javier de Blas, en ese formato, se transforma en un recolector de sensaciones, de impresiones: en esos registros parciales, nada mejor que la acuarela, recreadora de atmósferas, propiciadora de volúmenes. En otros, como cuando se registran los afectos y la pasión, reina el trazo preciso, expresionista, tan impulsivo como si se tratara de un grabado xilográfico.






Esta biblioteca de presencias y ausencias, de vivos recuerdos con mucho de ensoñación y deseo, es la discontinua secuencia de una vida que ha fluctuado entre los “cuadernos de campo” de un delicado etnógrafo que se acerca a una realidad material desconocida, un observador reflexivo, perspicaz, captador de sensaciones y ambientes, y los “libros de artista”, preocupados por formatos, técnicas, texturas y calidades de los materiales, sujetos a la experimentación y proclives a la sorpresa o la serendipia.




Se trata, en definitiva, de un trabajo admirable que crece sin parar en ambición artística y en capacidad de comunicación. No se lo pierdan.




Javier de Blas
"Cuadernos"
La Lonja
Beratúa 39/41
26005. Logroño





2 comentarios:

  1. Muy chulo el artículo. Gracias por tu amable visión de estos apuntes que, como vienes a decir, a mí mismo me cuentan muchas cosas y creo, espero, que a quien quiera entretenerse un rato, también.

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