jueves, 1 de diciembre de 2016

Una ventana indiscreta y panorámica

Jeff DesomRear Window Timelapse
Es   muy probable que entre tus películas preferidas esté La ventana indiscreta, precioso juguete de Alfred Hitchcock con el que nos muestra en una ingeniosa mezcla de sentimientos amorosos, temores, misterio y humor todo lo que pasa por la cabeza del atribulado protagonista (un James Stewart inspirado, al parecer, en el fotógrafo de guerra Robert Capa, enamorado irremediablemente y sin futuro de Ingrid Bergman, a la que interpreta, deslumbrante, Grace Kelly) ante la posibilidad de cambiar para siempre entrando en el campo de minas de la vida conyugal.
Hitchcock desde el balcón indiscreto.
Esas contradictorias sensaciones están "puestas en escena" por el vecindario de una manzana de viviendas que comparten patio interior y que a través de las "ventanas traseras" (esa es la traducción literal del título inglés) ven, distraídamente o con morbosa delectación, cómo va pasando la vida de, entre otros, miss Torso y sus pretendientes, una pareja de recién casados, la señorita Corazón Solitario, una escultora, un músico y un matrimonio disuelto por el asesinato, con la banda sonora de los ruidos cotidianos y las melodías que suenan en los aparatos de radio. Y todo esto, en 1954. Asombroso.
Hitchcock cargándose de argumentos.
El  videoartista Jeff Desom ha desplegado y expandido ese "patio de vecinos" en una pantalla de veinte metros cuadrados y ha puesto a funcionar simultáneamente las distintas tramas a partir de tres canales de proyección, reduciendo la película a veinte minutos fascinantes. Una maravilla técnica, y un homenaje de fan agradecido.
La cámara metiéndose en la vida de los otros.
Aquí va el resumen de tres minutos de este elogio de la curiosidad y el cotilleo.


Lo  puedes ver en toda su dimensión y en las mejores condiciones en la excelente exposición que Telefónica dedica en Madrid al inmarcesible maestro.
Un cameo de Hitchcock como relojero en casa del pianista.

Justifica el viaje.



1 comentario:

  1. Un maestro del tempo el bueno de don Alfredo. Idóneo para poner a punto relojes de pianista.

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