viernes, 17 de abril de 2015

¿Qué fue de las tiendas de discos?

Robert Crumb. Compradora de discos.
 Como todas las causas perdidas y las especies en vías de extinción, las tiendas de discos también tienen su propio "día internacional."
Amoeba music en Los Ángeles, California.
Aquellos pequeños almacenes en los que un aficionado restaba espacio a electrodomésticos o instrumentos músicales para exhibir los deseados vinilos entre la reducida parroquia, se fueron transformando en tiendas especializadas -mejor o peor surtidas- en las que un experto informaba y era capaz de orientar el gusto de un público creciente. 
Leonera incógnita.

Luego llegaron los grandes almacenes y cadenas especializadas que asfixiaron a aquellos a base de bajar los precios hasta lo insoportable. 
Hasta de perfil son bonitos.
Empezó también la venta por correo y las ofertas, y mientras estábamos distraidos pensando en si eran galgos o podencos (en un debate esteril entre las bondades del vinilo y del compacto), llegó "lo digital" y arrasó con todo. Descargas de pago o piratas, suscripciones a portales de streaming y videoescucha a través de youtube van ocupando el "espacio musical", y este es el año en que la venta digital ha superado por fín a la objetual, en una tendencia que parece imparable aunque sujeta a las turbulencias de los intereses contrapuestos de artistas, productores, distribuidores y corporaciones suministradoras de servicios de comunicación digital telefónica.
F.G. La tienda de discos Gramola, en Viena. 04.2015.
Las tiendas de discos han desaparecido, salvo en las grandes ciudades. Hoy, en una ciudad de 150.000 habitantes como la mía, es más difícil comprar un disco que hace cuarenta y cinco años, cuando solo tenía 60.000 vecinos y un nivel de consumo infinitamente inferior. Si permaneces enganchado a los "objetos" tienes que aprovechar los viajes esporádicos a grandes ciudades o recurrir a la compra a través de multinacionales de distribución que aspiran a una posición monopolista (y con exenciones fiscales injustificables, mucho mayores que las que recibe un disquero, que no recibe ninguna).
Forges, en El País, retrató a este sorprendido disquero resistente.
Una pena. En unos pocos años se ha perdido toda una red de distribución que generaba actividad cultural complementaria diversa, creadora de un montón de puestos de trabajo directos e inducidos.
Robert Crumb. "La materia de la que están hechos los sueños." Portada para su edición de rarezas de los años 1920-30
Al final, y lamentablemente, la única conexión "humana" que vamos a tener con el negocio de la música grabada va a ser la que establezcamos con el instalador de la fibra óptica. Y nuestras airadas quejas con los teleoperadores.
Juanjo Saez para rockdelux. 2002.


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