viernes, 27 de febrero de 2015

Nick Cave: instrucciones para matar al dragón

Las fotografías corresponden a varios de los lugares de trabajo de Nick Cave a lo largo del tiempo.  
Entre los muchos méritos que se le pueden encontrar a la película 20000 días en la tierra, dirigida por Iain Forsyth y Jane Pollard, destaca el guión sobre el que se apoya su prodigioso montaje, muy útil para contar veinticuatro horas en la vida de Nick Cave, que se ha atrevido a hacer examen de conciencia de su trayectoria artística cuando ya intuye -aunque sea a lo lejos- el final del camino. 
Dentro de ese guión se ha dado el protagonismo a un torrente de confesiones sobre su intensa experiencia de escritor, compositor de canciones e intérprete. Confesiones, eso sí, de parte, de lo que Cave llama "un cabrón ostentoso" muy preocupado por ordenar el laberíntico archivo en el que conserva para el futuro los rastros de su paso por este planeta.
Puesto que es una declaración, levantemos acta e imprimamos la leyenda.
De   su mano conocemos las claves de su complejo proceso creativo como escritor infatigable, encerrado toda la vida "como en un útero" en sucesivas habitaciones-escritorio  ("cada momento sagrado, cada destello en la niebla de nuestro pasado, se canibaliza, se muele y se escupe en forma de canción, inflada, distorsionada, que pasa a formar parte de un mundo lleno de monstruos y héroes, de buenos y malos, absurdo, loco y violento"); las hondas preocupaciones existenciales que están en su base ("lo que más miedo me da es perder la memoria. La única razón para estar vivo es seguir recordando. Durante mucho tiempo he estado creando un mundo de canciones a partir de recuerdos originales y valiosos que definen nuestras vidas y que nos pasamos la vida persiguiendo. Recuerdos de la infancia, momentos que hacen que cambiemos, como descubrir una obra de arte o vivir una experiencia traumática. Es  lo que el proceso de componer una canción me produce: el volver a contar estas historias, la mitificación de esas historias."), y su estrategia como creador de ficciones y difusor de leyendas ("¿quién conoce su propia historia? No tiene sentido pensarlo mientras lo estamos viviendo. Todo es clamor y confusión. Solo se convierte en historia cuando la contamos una y otra vez, a nosotros mismos y a otros. Primero creando la historia de nuestras vidas y luego cuidando de que la historia no se suma en la oscuridad.")
Nos  cuenta, en conversación con algunos de sus más estrechos colaboradores (los músicos Warren Ellis y Blixa Bargeld, fundamentalmente) cómo crecen las canciones durante el proceso de grabación y sobre los escenarios ("si puedes adentrarte y llegar al corazón de la canción, si en ese momento olvidas todo lo demás, puedes conseguir dejarte llevar y por un momento puedes sentirte como un dios. Pero no siempre funciona." "La canción emerge del mundo espiritual con un mensaje auténtico, y un día te dirá cómo matar al dragón." "Me encanta la sensación de una canción antes de entenderla. Cuando tocamos muy concentrados la canción parece salvaje y entera. Pronto la domesticamos y la convertimos en algo más familiar, y la dejamos en el establo junto a las otras canciones. Pero hay un momento en que la canción todavía es la que manda y te aferras a ella como si te fuera la vida en ello y esperas no caerte y partirte el cuello. Es ese momento fugaz el que buscamos en el estudio." "Cuando entiendes la canción pierde todo su interés, pero en algunas vas descubriendo cosas nuevas a lo largo de los años. Por eso sigues tocándolas. Otras solo se distancian y van a algún otro lado y ya no encuentras la puerta que te lleve a algo que te asegure que es auténtico.")
También nos cuenta su pasión por la interpretación en directo ("Vivo para actuar. Es en ese momento cuando soy la persona que siempre he querido ser. Hay algo que ocurre en el escenario. Te transformas y sientes el tiempo de otra manera y ya no eres tú, y sientes que nada te puede salir mal.") y el recuerdo de algunos conciertos extremos de músicos carismáticoscomo Nina Simone y Jerry Lee Lewis, que bailaban sobre la frágil línea que une el desastre y el éxtasis.
La   película es, valga la expresión, la hagiografía de un maldito, tremendamente sincera (tanto que a menudo resulta tierna de puro autoparódica) y consciente de su papel propagandístico, que no oculta y no pretende engañar a nadie. Estamos ante un "narciso feo" con un alto concepto de sí mismo y de su idealizada función, empeñado según sus propias palabras en "construirse como una estrella, visible desde lejos e inmutable, como un dios", porque, en definitiva, "todo es una invención."


Nick Cave & The Bad Seeds. Higgs Boson Blues. 

Esa sinceridad, llena de la precisa lucidez de quien tiene el coraje y el talento suficiente para dedicar una parte de su tiempo a despellejar su propia obra, nos da interesantes pistas sobre el proceso creativo de cualquier artista, aunque por pudor o por incapacidad esos autoanálisis no salgan casi nunca a la luz. Nick Cave se atreve y nos lo cuenta con todo lujo de detalles, incluyendo los poco favorecedores. "Al fin y al cabo, no me interesa lo que entiendo bien. Lo que he escrito en estos años es solo una fachada. Hay verdades que se esconden bajo la superficie de las palabras. Verdades que emergen sin avisar, como la joroba de un monstruo marino y que luego desaparecen. La actuación y la composición para mí son como un modo de sacar al monstruo a la superficie. Crear un espacio donde la criatura pueda abrirse paso entre lo que es real y lo que conocemos. Ese reluciente espacio, donde se cruzan la imaginación y la realidad, es donde existen todo el amor, las lágrimas y la felicidad. Este es el lugar: aquí es donde vivimos."
Paolo Uccello. San Jorge y el dragón. 1456.

Esta película servirá para reafirmar la construcción de su leyenda presente y para alimentar la futura. Como si no estuviera seguro de que los méritos de sus admirables canciones fueran suficiente motivo. 


2 comentarios:

  1. ¿Puedes sentir el latido de mi corazón?

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  2. De nuevo al agujero.
    Otra vez al fondo de la cueva.
    El juego se ha transformado en terrible partida.
    Dolor y alimento para el dragón.

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