miércoles, 28 de enero de 2015

La resonante misión de la literatura


Claude Duret. Histoire admirable des plantes et herbes. 1605.
"Todo resuena, apenas se rompe el equilibrio de las cosas. Los árboles y las yerbas son silenciosas: el viento las agita y resuenan; el agua está callada: el aire la mueve, y resuena; las olas mugen: algo las oprime; la cascada se precipita: le falta suelo; el lago hierve: algo lo calienta. Son mudos los metales y las piedras, pero si algo los golpea, resuenan. Así el hombre. Si habla, es que no puede contenerse; si se emociona, canta; si sufre, se lamenta. Todo lo que sale de su boca en forma de sonido se debe a una ruptura de su equilibrio.
José A tanasio Echeverría. Estudios ornitológicos. 1800.
La  música nos sirve para desplegar los sentimientos comprimidos en nuestro fuero interno. Escogemos los materiales que más fácilmente resuenan y con ellos fabricamos instrumentos sonoros: metal y piedra, bambú y seda, calabazas y arcilla, piel y madera. El cielo no procede de otro modo. También él escoge aquello que más fácilmente resuena: los pájaros en la primavera; el trueno en verano; los insectos en otoño; el viento en invierno. Una tras otra, las cuatro estaciones se persiguen en una cacería que no tiene fin. Y su continuo transcurrir, ¿no es también una prueba de que el equilibrio cósmico se ha roto?
Gustave Courbet. Retrato de Charles Baudelaire. 1848.
Lo  mismo sucede entre los hombres; el más perfecto de los sonidos humanos es la palabra; la literatura, a su vez, es la forma más perfecta de la palabra. Y así, cuando el equilibrio se rompe, el cielo escoge entre los hombres a aquellos que son más sensibles, y los hace resonar."

Han-Yu (siglos VIII-IX). Misión de la literatura (titulado por el traductor, Octavio Paz, que lo recogió en Trazos, dentro de Versiones y diversiones. 1974.)


Fischli & Weiss. Roca sobre otra roca. Serpentine Gallery. 2013.
Y, junto a la resonancia, el asombro.

2 comentarios:

  1. ¡Que reconfortante al salir de la siesta¡Gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cualquier hora es buena. El libro, paciente, aguarda a que el lector lo haga resonar.

      Eliminar