viernes, 7 de noviembre de 2014

Una peliculita de intriga en ocho fotogramas

Titulada "ODETTE Y SU ABUELA VAN AL PARQUE", fue fotografiada por Duane Michals en 1992.

"Odette", dijo la abuela: "quiero que te sientes aquí y estés quietecita como una buena chica mientras leo el periódico".






Cuando Odette volvió, su abuela se había ido. Y nunca regresó.


¿Qué pasó con la abuelita? 
Yo creo que leyó en el periódico la sentencia de un juez español que obligaba a los progenitores de una mujer de veintinueve años, hecha y derecha (bueno, más o menos), a que le pagaran mensualmente una pensión de 500 € para sus cosas
Ante la potencial amenaza que se cernía sobre su incierto futuro de jubilada en época de recortes, huyó en el caballito poni del parque con la complicidad de los muchachos que por allí jugaban, hijos de la familia de músicos ambulantes que atendía el tiovivo y que, expuestos a menudo a la intemperie y al ejercicio físico, eran menos peligrosos que la sosa de Odette, malcriada entre algodones y en la que la perspicaz abuelita ya había apreciado tendencias a negociar con cualquier picapleitos reivindicaciones peregrinas, o a presidir, a poco que se empeñase, el Fondo Monetario Internacional con aviesas intenciones, como hicieran otra perversa niña francesa llamada Christine y, poco antes, el sincrianza Rodriguito, siempre tan consentido.

Esta es mi versión, paciente lector, pero, como versión "oficial", seguro que es falsa.
Tienes la oportunidad de presentar tus alegaciones, o proponer una enmienda a la totalidad, siempre en el cajetín de comentarios.

12 comentarios:

  1. Pues yo creo que la abuelita tenía solo una entrada para un concierto de Serge Gainsbourg y le dió esquinazo a la nena. Y luego, hablando, hablando,...
    J.B.

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  2. Primero se fué a las rebajas de las Galerías Lafayette, y, tras el remordimiento por haber abandonado y perdido a Odette, se alistó en la Legión Extranjera. Hizo carrera.

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  3. En realidad, la abuela no se había ido, porque era responsable y amantísima. Lo que pasó es que, alarmada por la tardanza de Odette, salió a buscarla, y, al ser el parque tan grande y tan monótono como un bosque, no se encontraron. Ambas fallecieron, deshidratadas por el inconsolable llanto, separadas tan solo por un denso seto que les impidió oír los respectivos gritos de llamada. Se las comieron los bichos silvestres, que no le hacen ascos a nada.

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  4. La abuela se ausentó, pero temporalmente: había ido a tomar absenta con un amigo que pasó por allí. Luego volvió y se aclaró el malentendido. El octavo fotograma y su leyenda se precipitaron sacando un titular tan amarillo y populista, redactado en un momento de desaparición transitoria de la simpática y añosa protagonista.

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  5. La abuela y el resto de las aventuras de Ordette son un sueño. Nada es real. Quién ha dicho que lo que vemos una fotografía es cierto?.... Estamos seguros de que la niña que se sienta en el banco y la señora mayor son de verdad abuela y nieta, solo porque D Michals lo haya escrito debajo de la foto?...
    Una interesante reflexión sobre la naturaleza de la fotografía, la realidad, la ficcción y la ironía.
    Me encanta P. Gestalt
    Un besso
    Teresa RoMig

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    1. Sí, muy bien, lo que usted diga, señorita RoMig, pero, ¿dónde está la abuela?
      Inspector Pink Clouseau

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    2. Muerta? Pink Clousseau
      RoMig

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  6. La abuelita, en realidad, era Dolores Ibarruri, "Pasionaria", y se fue a un mitin y desde allí a expandir la Tercera Internacional.
    Como consecuencia, Odette se quedó convertida de repente en una abandonada huerfanita del lumpenproletariado parisino. Se acabaron para siempre los Jardines de Luxemburgo y sus entretenimientos.
    ¡Hala, a buscarse la vida!
    Sic transit gloria mundi.
    Carpe diem.

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  7. Fue abducida. Sin duda. Permanezcamos atentos (¡ánimo, Odette!) porque acabarán estableciendo contacto. Estas cosas son así. Siempre. No hay que perder la fe.

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  8. Odette ha conocido a dos mangantes que la han engatusado para que les ayude a robar en casa de la abuelita mientras esta lee Hara-Kiri. Después de desvalijar el piso y bailar el madison, Odette vuelve a por la abuelita, pero ésta, harta de la nena, se ha ido con su amigo Jean-Luc a hacer películas. Lo sé de primera mano.
    J-L G.

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