miércoles, 10 de septiembre de 2014

El kilométrico

Josef Albers fotografiado por Anni Albers en Mitla (México), en 1937.

Josef Albers tuvo que emigrar a Estados Unidos en 1933
huyendo de los crímenes nazis. Entre el invierno de 1935 y 1967 hizo con Anni Albers (una gran artista especializada en artes aplicadas, sobre todo en las textiles) trece viajes a México, algunos de larga duración, y sacaron de ellos muchas fotografías.

Josef Albers. Templo maya en Chichen Itza. México, 1935.
Estaban impresionados especialmente por el ancestral mundo precolombino, y reconocían que su conocimiento había sido un factor clave en el desarrollo de su arte.
Ya en agosto de 1936, Josef le escribía desde la Ciudad de México a su amigo Wassily Kandinsky, entonces en París, que "México es realmente la tierra prometida del arte abstracto, porque aquí está desde hace 1000 años".

Josef Albers. Tenayuca. México.

Josef Albers. Tenayuca. México.


Lo que allí vio le hizo replantearse sus ideas de estructura y espacio para, en general, simplificarlas, y le influyó en el tratamiento del color, ahora liberado de los principios tradicionales de armonía para optar por superficies planas de colores básicos, primarios, sin mezcla y perfectamente delimitados, como nunca se habían visto en la pintura occidental.
Si viajar es fundamental para un importante creador, lo es mucho más para cualquiera en periodo de formación. La mejor política de los poderes públicos para apoyar a los estudiantes de artes sería (además de mantener lugares de formación bien dotados, con buenos centros de documentación y espacios ventilados para trabajar) facilitarles lo que antes se llamaba "billete kilométrico", que, según el DRAE, es una tarjeta o cédula que da derecho por una módica cantidad de dinero a entrar u ocupar asiento en alguna parte, o para viajar en un tren o en un vehículo cualquiera con facultad de detenerse en las estaciones a condición de regresar al punto de partida dentro de cierto plazo de tiempo.

Josef Albers. Bent Dark Grey. 1943.

La filantrópica medida deberia ser obligatoria también para los autodenominados "artistas locales", si bien estos no estarían obligados a volver, porque el mal, cuanto más lejos, mejor.

Josef Albers. Santuario. 1942.

Además, viajar en tren es también muy apropiado para apreciar los ritmos complejos dentro de lo que parece puro ruido mecánico desordenado. 
Tren nocturno a Lisboa. 24.04.2014.
Seguro que Steve Reich viajó mucho en tren cuando era joven, antes de componer Different trains. Seguro que tuvo también un kilométrico.

3 comentarios:

  1. No puedo menos que aplaudir "el kilométrico", ese mismo que en otro tiempo muchos debieron de hacer camino del exilio y que nosotros hemos transformado en ociosa forma de dormir en albergues y hablar de naderías. Sobre todo ese no viajar del "artista local" que excede el simple moverse para transportarse geográficamente fuera de su terruño, y alcanza el extrañamiento hacia cualquier objeto al que se le suponga viajado; ¡las mercancías viajan todavía más que nosotros! Buen invento ese de convertirnos en mercancía y soñarnos viajeros. Es más fácil transportar cuerpos que conciencias.
    El artista local tiene un profundo sentimiento de pertenencia que le obliga a sentirse heredero de los principios fundacionales de su cultura... Aunque esta "especie" desconozca el lenguaje que alumbró dichos principios y sea incapaz de elevarlos dignamente al día en el que viven para convertirlo en transmisible a las generaciones venideras; la mayoría balbucea... O serán llantos. Y eso porque son incapaces de hacer bien lo que sólo ellos saben hacer mejor que nadie: unas buenas pochas, unos cantes, un exabrupto que respire la humedad de la raíz, etc.
    Perdona que me haya gustado tanto tu artículo. Debieras de proponerlo a cultura. Mi sobrino ya lo usa. La generación de mi hijo viaja por convencimiento, quizás estén eligiendo el mejor exilio.
    Muy fino hilas. Espero que la frase, dulcemente insertada entre las fotografías de tu blog, reviente en la cabeza de muchos.
    Aire y menos complacencia.
    Cambio y ganas de cambiar.
    Felicidades.

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  2. Cuanto más lejos, mejor.

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