martes, 10 de junio de 2014

El dúo y la granada

Sílvia Pérez Cruz y Raül Fernandez Miró. Foto de Ramón Balagué.

¿Es el dúo, como se escucha decir a Sílvia Pérez Cruz en Abril 74, “la mejor formación del mundo”? 
Si nos atenemos a los resultados recogidos en su disco con Raül Fernandez Miró -Refree para el espectáculo-, lo es o está muy cerca de serlo. Sobre todo si las partes que lo forman son tan ricas y versátiles como las reunidas para producir granada, disco asombroso, inagotable, tan sencillo como rico, tan humilde como ambicioso.

Sílvia Pérez Cruz & Raül Fernandez Miró.
Pequeño vals vienés. granada. 2014. Universal.

El acierto fundamental de este dúo es, en mi opinión, su actitud: estamos ante dos intérpretes extraordinarios que se acercan a obras clásicas (independientemente de que nacieran o no con esa intención), perfectas en sí mismas, llenas de referencias para ellos y para muchos de sus contemporáneos, y las recrean hasta hacerlas nuevas, necesarias otra vez, tomándose todas las libertades que estiman convenientes -tanto instrumentales como vocales-, cortando el modelo si se considera necesario, mezclando las partes hasta darles un sentido global a través de la intensidad y la emoción conseguidas por acumulación. 
Un fruto perfecto, de apariencia externa humilde pero lleno de pequeñas gemas brillantes y sabrosas, apoyadas unas en otras sin dejar espacio para nada ajeno a la belleza y la emoción. 
F.G. Granado en flor. Ciutadella de Menorca. 06.2009.

Pero el dúo no nace en el vacío, y el acierto complementario de su actitud ha sido la selección de un repertorio que mezcla géneros, culturas, idiomas e intenciones con total naturalidad, recurriendo a otros grandes “mezcladores” como Enrique Morente, Pepe Habichuela, Leonard Cohen, Federico García Lorca o Fito Paez. El logro ha sido hacerlo todo nuevo, como recién creado para ahora y para de ahora en adelante, porqué será difícil volver a escuchar Corrandes d´exili en la voz de Lluis Llach sin echar en falta la riqueza vocal y la imaginación instrumental de esta recreación, o la tensa amenaza que cae sobre el Puerto Mont de Violeta Parra hasta hacerlo temblar, o la sonora respiración de Acabou chorare, o el sollozo convertido en grito del Pequeño vals vienés, o la emoción que llena por igual a Robert Schumann y a Albert Pla.

Sandro Botticelli. Detalle de la Virgen de la granada. 1487.

Es este disco una obra muy especial que refleja el tenso y productivo equilibrio entre dos creadores singulares, con una larga trayectoria llena de curiosidad por abrir sus cualidades personales a colaboraciones musicales muy variadas. Así que, por si acaso no hay más "granadas", atesoremos esta como fruto exótico, de bella flor, de sabor complejo y saludable. 


Antonio Ponce. Bodegón de granadas. Circa 1650.




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