martes, 18 de marzo de 2014

La reveladora mirada de Rosa Castellot


Rosa Castellot. Cielo nublado, I. 2011. Colección particular.
Decía Edgar Degas que “el dibujo no trata de lo que ves, sino de lo que puedes hacer que otros vean”. Esa, en realidad, es una de las funciones constantes del arte, independientemente de cual sea la intención particular de cada artista. Probablemente, a esa condición esencial (que habría que entender como una esquiva cualidad obtenida a través del esfuerzo personal) se llega mediante un largo proceso de madurez creativa.

Rosa Castellot. Anochecer en Briñas. Invierno. 2013.
Rosa Castellot ha avanzado constantemente en esa dirección, desde que empezó a reflejar lo que consideraba “un mundo pequeño” estrictamente privado, hasta afrontar retos mayores en cuanto a complejidad técnica, diversidad temática y ambición estética. Los pequeños objetos y los afectos domésticos han sido sustituidos paulatinamente por la disparidad de los amplios panoramas afrontados de manera sistemática, como nuevos retos expresivos abordados desde planteamientos técnicamente más exigentes, para dar salida a una creciente pulsión creadora.

Rosa Castellot. El Ebro en Aradón. Invierno. 2013.
Los dibujos que reúne en el Museo de La Rioja (dentro del festival de Miradas de Mujeres 2014, en el que cumple, sin pretenderlo, una merecida función de mascarón de proa en el justo empeño de dar visibilidad a la creación de las mujeres) es una pequeña selección de cuatro años de trabajo especialmente fecundo, una antología de logros estéticos que plasma su crecimiento expresivo y técnico y su categoría artística.
Se aprecia en algunas obras el sofisticado enriquecimiento de su forma de dibujar por la paciente acumulación de leves capas de grafito hasta obtener la densa profundidad buscada y, como logro admirable, una vibración infrecuente de la superficie dibujada (más propia de la pintura), potenciada por la acertada elección del papel de soporte.
Otro recurso magistral es su uso de la humilde goma de borrar convertida en algunos cuadros en el procedimiento “que más pinta”, logrando fragmentos de superficie “más blancos que lo blanco”, especialmente brillantes en los dibujos de nevadas. Se trata, por entendernos, de un “método escultórico”, en el sentido de que desbasta la superficie previamente construida por acumulación de dibujo, restándole materia para llegar a su máximo potencial expresivo.

Rosa Castellot. El Ebro. Briñas. Primavera. 2012.
En estos años que resume la exposición también ha aparecido en la obra de Rosa Castellot el color, todavía como tímido ensayo pero ya plenamente logrado: el impreciso verde amarillento de los brotes primaverales; el cálido naranja invernal sobre el que se recortan las desnudas siluetas de los tamarites dando una profundidad inusitada al conjunto; el leve azul del cielo que envuelve y suaviza la contrastada maraña del árbol desnudo.
Estas obras de madurez transmiten, más allá del evidente e inmediato placer visual, una notable riqueza en diversidad sensual: la húmeda atmósfera de los ríos, el complejo aroma de los sotos inundados, el sonido del agua corriente, el rumor de la vida silvestre, el silencio helador que acompaña a una nevada,... Todo suma a la hora de explicar el misterio de la vida y de tratar de hacer (como quería Degas) que los espectadores lo veamos.

Rosa Castellot. El Ebro. Sotos de Alfaro. 2013.
Acudir a una exposición de Rosa Castellot resulta siempre un placer, y, como pasa con casi todos los placeres, no hay frecuencia de disfrute que nos parezca suficiente. Por lo tanto, su legión de admiradores estamos a la expectativa de qué hará próximamente. Como viejo amigo, me atrevo a proponerle dos retos que seguro estimularán su voluntad creativa, muy dada a recoger guantes y a afrontar desafíos: ¿para cuándo exhibir sus fotografías, tan íntimamente relacionadas con el proceso creativo de sus dibujos?; ¿para cuándo, como culminación de esa cada vez mayor presencia de la naturaleza en su obra, una exposición con dibujos realizados fuera del estudio, sometidos a las inclemencias del aire libre y a la apremiante urgencia de la variación de la luz y las condiciones atmosféricas cambiantes?
Rosa Castellot.
Reflejos en el Ebro. Briñas. Otoño. 2013.
Ya verán ustedes cómo no tardan demasiado, y eso que ganaremos todos. 


Rosa Castellot. Recortar el territorio.
Museo de La Rioja.
Hasta el 30 de marzo de 2014. 


(Publicado en Rioja2. 20.03.14). 

2 comentarios:

  1. Estoy muy orgulloso de mi tía. Es una gran pintora.

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  2. Querida Rosa, felicidades!! Mi voto para esos dos retos. Un besote. Adela V.

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