jueves, 14 de noviembre de 2013

Parecía lo de siempre y ha llegado a ser lo nunca visto


Felipe López. Fotografías del rodaje de Amanece, que no es poco. 1988. Gentileza de la editorial.



Dos buenas noticias confluyen en nuestro panorama cultural como astros en época de misterios: la publicación del guión original de José Luis Cuerda para Amanece que no es poco (veinticinco años después de su rodaje) y que tal acontecimiento lo propicie la editorial Pepitas de calabaza, que viene presumiendo (al despiste) de tener "menos proyección que un cinexín" y a lo tonto modorro y sin darse importancia se ha convertido en la referencia fundamental (una especie de nave nodriza) para situacionistas y libertarios de variada estirpe, que, haberlos, haylos. 
Choca que una película pequeña en pretensiones y presupuesto, y hecha a conciencia contra la corriente, no cese de crecer en el imaginario de varias generaciones que ya la consideran un hito fundamental en la historia del cine español. Yo tenía una teoría conspiratoria al respecto, y creo que el magnífico prólogo que ha hecho José Luis Cuerda para esta hermosa edición la hace verosímil y casi la confirma: los propagadores de la singularidad del producto y de la buena nueva que nos anunciaba fueron la legión de exclaustrados y huidos de los seminarios conciliares, de la iglesia católica y de los partidos de izquierdas dogmáticas en estas décadas pasadas en las que la secularización lo ha ido invadiendo todo. 


Estos excatecúmenos (entre ellos, y por partida doble, el propio Cuerda, evangelista apócrifo de este sindiós de diáspora) entendían a la perfección el críptico argot de la película y recreaban la befa con la misma sorna que hicieron la mofa dentro del aparato de los respectivos conventos en sus tiempos ordenados. 


Piénsalo, querido lector, y verás cómo tengo razón.
Porque, ¿a que no has visto nunca a alguien de orden de los de toda la vida al que le guste esta película? Si lo hubiera, sería por despiste (como en el paradigmático caso del Instituto Armado, que ha premiado al inductor) o por afán de agradar (como les pasa a las putas elegidas por sufragio directo en el film), porque Amanece está hecha a conciencia contra el disparate autoritario y el orden en general, que viene a ser lo mismo. Estamos hablando de una ración cumplidita de disolvente.



Teniendo como protagonistas en la sombra a dos instituciones tan armónicas y corales como la iglesia y el Estado, la película había de estar a la fuerza repleta de música y sonido: el aprendizaje de los toques de campana, el gospel y los spirituals, los madrigales y coros polifónicos, los juegos infantiles y las cantinelas escolares, 


las chocarreras cancioncillas "ad libitum", los variados acentos internacionales, y así sucesivamente, porque en cualquier surco salta la liebre.
Por ejemplo, en el dictado de preguntas sobre las ingles (que escuchado al margen de la película resulta tan atractivo -y tan estimulante- como una acción de Accidents Polipoétics).
La modélica edición de Pepitas de calabaza ha servido también para dar a conocer a un excelente fotógrafo, Felipe López, que documentó el rodaje como foto-fija con una penetrante mirada cargada de brillo y entusiasmo.  

Enhorabuena a los premiados: por fin, el mérito coronado por el éxito.
El logotipo histórico de Pepitas de calabaza. Choricera para embuchar
 tras la matanza del cerdo. Sin uso musical conocido.


 

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