miércoles, 13 de noviembre de 2013

Los receptores de Marc Quinn

Marc Quinn. 2013.  Fotos de F.G. 09.2013.


El escultor Marc Quinn ha creado una serie de grandiosas esculturas de bronce que reproducen con toda la fidelidad que la técnica permite la maravillosa variedad formal que se da entre las caracolas marinas.







El resultado es fascinante, y estos objetos nos deslumbran como recreación de las eficaces corazas defensivas de modestos hogares curvilíneos para moluscos, a la vez que nos atraen desde su amable apertura, tersa, turgente, como una ciclópea sonrisa vertical que hubiera cambiado su natural iridiscencia rosácea por el pulido brillo del metal.


Así que en esas estamos: mientras el exterior espirilado nos remite al movimiento general de la galaxia, la boca entreabierta nos convierte en mudos testigos del asombroso origen del mundo (d´après Courbet), deseosos de acudir a la llamada para participar en tan señalada ceremonia.


Más allá de la belleza y la sicalipsis (siempre bienvenidas por estos pagos) la presencia de estas atractivas esculturas en miracomosuena viene dada por la ancestral relación de las caracolas, conchas y cariconchas con el sonido, ya sea para producirlo (soplando, frotando o percutiendo, como atestiguan la arqueología, la etnografía y la música popular) o para escuchar resonancias y susurros de origen más o menos indeterminado.


Agua y oleaje rompiendo en una fondamenta. 
Venecia, 09.2013.


Su instalación en Venecia en el dique de San Giorgio Maggiore, enfrentadas al mar (de donde todo viene) y a la venérea serenissima (que tanto juego le va dando al viejo invento desde siempre) ha de considerarse un acierto, que atribuiremos a partes iguales al escultor Marc Quinn y al comisario Germano Celant. 

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